miércoles, junio 10, 2009

filípica económica

José Luís García/ El Índice de Precios al Consumo (IPC) cayó 7 décimas en mayo, hasta situarse en el -0,9, encadenando así su décimo descenso consecutivo. En estos meses de descenso mucha gente se ha alarmado ante la posibilidad de que nuestro país entre en Deflación, es decir en un crecimiento negativo y constante de los precios. Eso que aterra tanto a los economistas clásicos acaso no sea tan malo como lo pintan.
Ya sé que navego “contracorriente” en esta cuestión. La deflación (crecimiento negativo de los precios) si es durante un largo periodo de tiempo puede ser claramente negativa para la economía y para los ciudadanos. Si, por el contrario, es coyuntural (por un espacio no muy largo de tiempo) yo pienso que, digan lo que digan los “gurús” del actual tinglado económico, no tiene necesariamente que ser lesiva para todos los ciudadanos de a pié, sino incluso claramente beneficiosa en algunos aspectos.
Estos son algunos razonamientos:
Tipos de Interés: Con una caída sostenida de la inflación, el Euribor se mantendrá en unos niveles bajos (que podrían llegar a situarse en torno al 2 %). Ello supone que si hemos estado pagando una hipoteca que ha llegado a costar, en la “cresta de la ola de las subidas” unos 1.000 euros ahora, un año después, se ahorrará como mínimo unos 250 euros al mes (una pasta, vamos).
Consumo a Precios Razonables: .Cuando vayamos a comprar no pagaremos mas sino lo mismo que el año pasado y en muchos casos menos. Será una nueva experiencia ver que muchas cosas bajan de precio en lugar de subir. Ya les joderá a los grandes intermediarios, pero se acabó eso de vender cada vez más caro. Ya lo he comentado alguna vez: era una vergüenza lo que estaba pasando con las grandes compañías de distribución de alimentos que tensaban al máximo sus beneficios con subida tras subida, mientras recortaban precios a los productores de alimentos. (Ejemplo: Si Carrefour ha lanzado estos días una oferta de “compre ahora la segunda unidad con el 70 por ciento de descuento”, me pregunto: ¿con qué margen de beneficios han vendido hasta ahora?).
Vivienda a Precio Real: La cosa se pone cada vez más dura para aquellos que han utilizado la vivienda para especular. Algunos analistas consideran que el precio de los pisos puede caer entre un 30 y un 40 por ciento. Los analistas del sector creen que, en la actualidad, hay en el mercado inmobiliario un millón de pisos sin vender. Esto será un desastre para quien quiera vender (o para ser más exactos: ¿especular?) pero bueno para el que lo quiera comprar (siempre y cuando los bancos abran el grifo del crédito de una puñetera vez. Ganarán menos los promotores (creo que ya han tenido años y años para forrarse) pero a muchos ciudadanos de a pié les vendrá esto de perlas
Un Combustible más Barato: La caída de los precios del petróleo ha ayudado a reducir la inflación de forma sustancial y, también, del precio del carburante para nuestros bolsillos. (Por cierto que hace unas semanas el Instituto Nacional de Estadística hizo público un informe en el que se afirma que sólo el 21 por ciento de los españoles utilizamos el transporte público. Seguimos teniendo ese síndrome de “yo llevo el coche hasta la puerta” o, “en metro o autobús yo no viajo desde hace años”. Quizás no estaría de más ir cambiando ese síndrome de “nuevos ricos”, de vivir por encima de nuestras posibilidades. En Londres la gente va a la ópera en metro… y a nadie se le caen los anillos).
Se me argumentará, con toda la razón del mundo, que la deflación no ayuda en absoluto a la marcha de la economía como es entendida por los grandes economistas y todos aquellos que dependen, directa o indirectamente, de este tenderete capitalista que nos han vendido como “la panacea económica” durante estas últimas décadas. Y yo, a renglón seguido, me pregunto: ¿creéis que la bajada de los precios tiene alguna influencia negativa en esta recesión producto de un crecimiento desequilibrado, sin sentido, al que hemos contribuido los propios ciudadanos con un consumo desaforado y por encima de nuestras posibilidades; las instituciones políticas, las entidades financieras y su conchabeo con los poderes públicos central, autonómico y local, el comportamiento oportunista e insensato del sector inmobiliario,… etc.
La gran pena de toda esta situación es la realidad cruda del paro. Y hablando del paro, por cierto, una pregunta: ¿Cuándo las Comunidades Autónomas van a implicarse de una vez por todas en la lucha contra el desempleo?. Muchas miran hacia otro lado ante esta lacra social que nos atenaza pero habrá que recordarles que de cada tres euros que se recaudan en este país, dos son gestionadas por las Comunidades Autónomas. Pues eso, menos verborrea política y más implicación en un problema que es de todos.