El Congreso de los ImputadosLa hostia, tú: el Gobierno introdujo la pastilla del día después justo el día antes del debate sobre el lamentable estado de la nación, una nación que es una alienación, una nación alienada, expropiada, secuestrada por los banqueros, los políticos, los jueces estrella, los ejecutivos incompetentes y todo tipo de piratas 'somalíes-pañoles' a los que, no se sabe muy bien por qué, nadie persigue.Muchos embarazos tienen que impedir los anticonceptivos y la pastillita de marras para que no pulule tanto aborto como anda suelto por ahí.La ‘debacle sobre el establo’ de la nación nos dejó perlas memorables y un año más nos sirvió para comprobar el magnífico trato que en España damos a ese tipo de delincuentes que se sientan en el Congreso de los Diputados, pese al daño que nos infligen (atentos a este verbo) a los piojosos de a pie. Tiempo al tiempo, algún día el Congreso de los Diputados cambiará su nombre por el de Congreso de los Imputados.Entre las perlas memorables a las que aludí no puedo menos que recordar la de Rajoy acusando a los diputados socialistas de “no saber leer”, que, en algún caso (y no sólo en el de Helena Castellano), más que una acusación es la constatación de un hecho.Sin embargo, tengo que decir que también entre los que babean ante las palabras de Rajoy he detectado lamentables casos de agrafia. Así, en una impagable columna, perpetrada por Edurne Uriarte en el diario ABC bajo el título ‘La tercera victoria de Rajoy’, esta muchacha metida a escritora recuerda los brillantes triunfos electorales del ‘registrator’ gallego sobre el polítiquín leonés: “Olvidó Zapatero otras dos derrotas infringidas por Rajoy” (sic). La tal Edurne alcanzó notoriedad en su día porque estuvo amenazada por ETA y porque denunció, entre otras cosas, lo difícil que resulta en Euskadi expresarse en castellano. Digo yo que, para expresarse en castellano como lo hace ella, mejor sería que lo prohibieran del todo. Lo malo es que, además, la Uriarte es catedrática de Ciencia Política, que manda huevos, un catedrático que no distingue entre ‘infringir’ e ‘infligir’. ¡Ay!, el verbo, siempre el verbo. El verbo se hizo mierda y habita (estofada) entre nosotros...[+
en el umbral de paco]