domingo, noviembre 22, 2009

38 vinos con Raúl.

No tiene límites geográficos ni emocionales. Ni tiempos ni latitudes. Ni se sujeta a normas establecidas. Ninguna condición previa que no determine la viña, cualquier uva. Nada de normas preestablecidas. Mucha imaginación, eso sí, y quizá también demasiado silencio en sus vinos, que ahora, en un extraño quiebro emocional, muestra investido de cierta rebeldía, un punto melancólico y con la acidez justa. Raúl Pérez Pereira no es un enólogo convencional. Si lo fuera haría vinos convencionales y no sería el mejor. Esa afirmación, que uno ha pagado con no pocos reproches, es ya un clamor que le permite romper las últimas ataduras. «No puedo renunciar a hacer un vino porque a alguien le moleste». Lo hizo ante una audiencia escogida en una cata nada convencional celebrada en un escenario también nada convencional, el Glam Theatre de la capital. A corazón abierto y con el alma contenida, nuestro enólogo más universal repasó y nos regaló 38 de sus creaciones en distinto estado de elaboración, muchos de ellos por hacer, todavía recién metidos en barricas: tintos y blancos en barrica de distintas variedades y procedencias (Galicia, Douro y Bierzo) en un primer bloque, albariños de Rías Baixas y godellos de Ribeira Sacra y el Bierzo en el segundo, un tercer bloque monográfico para El Pecado , mencía de Sober; un cuarto y quinto apartados para los Villegas, Ultreia de Valtuille, Guímaro , Ultreia de Saint Jacques y el nuevo Ultreia global; algunas rarezas en el sexto ( Guímaro barrica, Trives , T ampesta Imelda , Sacrata y un douro) y séptimo ( Bernabeleva , de San Martín de Valdeiglesias, y el sousón Quinta da Muradella ), para con los más estructurados prieto picudo Pricum Paraje de El Santo y Rara Avis (Pajares de los Oteros), además del bastado A Trabe (Monterrei). Trece proyectos de colaboración en Sudáfrica, Portugal y distintas zonas de España perfilan su horizonte más próximo.