ALBORADApor garciaberciano/ El canto de los gallos en el
“cabanal” y el alegre gorjeo, anunciando un nuevo día, a cargo de pardales, “paporrubios” y cochorros en la higuera y el cerezo cercanos a la casa de la abuela
Olimpia y el siempre recordado herrero
Belarmino, eran las primeras señales de bienvenida de un nuevo día.
Viaríz, el pueblo de los García y los Sánchez, estaba ya a punto para conmemorar, un año más, la
Fiesta del “Sanamede”.En la tarde anterior,
Emérita, mi madre, mi hermano y yo (a mi padre le tocaría seguir en la sastrería hasta el día siguiente) , pertrechados con las mejores galas, nos habíamos trasladado al
“Stop” para coger el
“camión de los obreros” que nos llevaría a nuestro destino a través de una carretera que tenía, desde la curva del
Mirador de Corullón, más de pedregal que de vía de comunicación.
El citado camión recogía a muchos vecinos de
Hornija, Viaríz, Cadafresnas, Melezna, Los Mazos y Moral que durante la semana dejaban su esfuerzo en minas y otras obras o fincas por todo el Bierzo y regresaban, el sábado por la tarde tras la jornada laboral, a pasar unas horas con sus familias.
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