lunes, diciembre 15, 2008

tiempo de matanza-

  • “Si el cerdo volara, no habría ave que le ganara”
  • por garciaberciano-Hace frio.El invierno campa ya a sus anchas y con toda su crudeza. Han caído las primeras nevadas y, cuando no es la nieve, la lluvia empapa de humedad los días previos a la Navidad. Sin embargo, diciembre siempre tuvo un fin de semana especial. Era el fin de semana de "La Matanza"."A matanza do cocho". Antes de despuntar el alba, por las rendijas del sueño, oigo a mi abuela hablar camino de la cocina. Su interlocutor no dice nada, sólo se le escuchan pequeños grititos ahogados de alegría, con algún golpe añadido en las puertas, producto del alegre movimiento de su rabo. Es "Lolín", el perro pastor y acompañante inseparable de mi abuelo paterno cuyo misterio, después de muchos años, sobrevive en la familia Garcia-"Soutín": el día que Inocencio nos dejó para siempre, "Lolín" desapareció y nunca volvímos a saber nada más de él.Había llegado el día señalado. Mientras la abuela Elena prepara en la cocina baja el desayuno, Inocencio y tres de sus siete hijos han hecho ya los oportunos preparativos: han encendido el fuego para calentar el enorme "caldeiro" con agua que servirá para escaldar los dos "gochos" y, a resguardo del "cabanal" donde se guarda el carro que tiran las vacas, han puesto una mesa con cuchillos y raspadores, el banco del "sacrificio", así como han esparcido "a palla" por el suelo y recopilado potas y perolas para recoger la sangre que, mezclada con harina, servirán luego para elaborar las finas y sabrosas "filloas" (remedo berciano de las famosas y tan francesas "crepes) [+ en retratos de una época]