A castaña no ourizo
eu ben che sei o que fai:
cando está verde, madura;
cando está madura cae.
Era un agradable paréntesis en el largo y tedioso otoño. Noviembre, habitualmente cubierto de lluvia, siempre daba un respiro a los habitantes de la Villa para poder celebrar el “magosto”.Una fiesta más bien de chiquillos y clases menos pudientes. Una excusa perfecta para que amigos o familiares se concentrasen alrededor del fuego para perpetuar una tradición alrededor de la castaña y que, con los años, se fue “enriqueciendo” primero con patatas, después con chorizos, pancetas, empanadas, etc. hasta convertirlo en la actualidad en un ritual en el que se han llegado a colar hasta intereses comerciales, partidistas e institucionales.Los historiadores de la gastronomía no terminan de ponerse de acuerdo: unos –los más- mantienen que los castaños fueron traídos a España por los Romanos; otros –por el contrario- creen que la castaña era consumida ya por las Tribus Druídicas que habitaban el Norte de la Península. Hay otros convencidos de que nuestro árbol emblemático procede de China; país donde, por cierto, los sotos de castaños se plantan siempre hacia el sol de Poniente –es decir, en dirección noroeste-, una ubicación que muchos entendidos en la materia consideran chocante para el buen desarrollo de los árboles salvo por que, con esa orientación, el castaño recibe los rayos del sol del atardecer; al parecer, un magnífico abono para este árbol peculiar.[+ en retratos de una época]