Aunque mi abuelo Belarmino fue objeto de un doble intento de “paseillo” (falangistas primero… “escapaos” después), tuvo la suerte de que, en ambos casos, personas que lo conocían intercedieran por él y no terminase en una cuneta como desgraciadamente le ocurrió al abuelo de nuestro compañero de foro Vaserqno. Ahora, dice él, la ilusión de su madre es encontrar sus restos, rendirles tributo y enterrarlos en el nicho junto a ella.La Guerra Civil y sus terribles consecuencias siguen siendo objeto de una enorme controversia. Las historias personales continúan vivas en la mente de los familiares y amigos de los afectados como, por otra parte, era lógico suponer. Nadie puede olvidar la pérdida de un ser querido sin que un día, tarde o temprano, los viejos recuerdos afloren como una boya sumergida vuelve a flotar en el agua de forma inexorable y quieran saber, quieran conocer el destino de los suyos.Argumenta el escritor británico Paul Preston en su libro “El Gran Manipulador” :
“Como quizás era de esperar –pese al “pacto del olvido” (durante la Transición)-, a los setenta años del inicio, la Guerra Civil española y sus secuelas han vuelto a ser motivo de amargas y enconadas discusiones. Los libros, los artículos, los documentales y las noticias sobre las excavaciones (en busca de fusilados) han molestado a mucha gente, y no solamente a los verdugos supervivientes y sus familiares. El malestar ha llegado por supuesto a los que todavía añoran al desaparecido dictador, pero se ha extendido también a algunos sectores de la sociedad más conscientes de los beneficios económicos del régimen de Franco que preocupados por sus costes humanos y morales”.[+
en retratos de una época]