El Alameda de Villafranca (Avda. Díez Ovelar 5) presenta estos días una muestra de reproducciones de cartelismo publicitario nacional e internacional a lo largo del siglo XX. La muestra propone un viaje por el consumismo primigenio, cuando los productos eran lo que eran –sólo eso, objetos concretos- y la publicidad era ingenua o así al menos nos parece ahora. Mensajes para un mundo que se abría a la sociedad de consumo, donde ya se intuyen tímidamente valores añadidos al producto, como son el lujo, la posición social, el sexo, el elitismo… aunque se esté todavía lejos de la publicidad subliminal.
El conjunto también muestra un juego interesante: ¿Podemos situar en una fecha concreta la imagen gráfica? ¿Podemos adivinar en qué época han sido confeccionados? Sorprenden por su rabiosa modernidad, respecto a su tiempo, los de personajes tan ilustres como el fotógrafo surrealista –y más- Man Ray para el metro de Londres a principios de los 30 –todavía moderno en nuestros días, al igual que el de Culin de la Exposición Universal de Nueva York de 1939- o el del valenciano, republicano exiliado, Josep Renau con un espléndido dibujo de Silvana Mangano en la película “Arroz Amargo” que a pesar de ser realizado en 1949 se adelanta a todas las heroínas eróticas cinematográficas de los años 70. Sin olvidar el clásico Polil del polifacético Josep Artigas todavía vigente hoy en día
El único de los carteles fuera del siglo es todo un clásico de los albores publicitarios, el del pintor catalán Ramón Casas dedicado a Anís del Mono que, por otra parte, se oponía con su obra a las tesis creacionistas del mundo, en boga todavía hoy (¿quién lo iba a decir?) en rancias escuelas conservadoras norteamericanas.
Pero el gran triunfador del cartelismo del siglo XX va a ser el diseño gráfico y éste fue anticipado de forma aplastante por el constructivismo ruso y la bauhaus alemana, de los cuales hay varios ejemplos. Destaca aquí sin duda el genio del ruso El Lissitzky, fogueado en los avatares de la revolución rusa y de los principios de la Unión Soviética. Puso su arte al servicio de las ideas buscando crear nuevos cauces de comunicación con el pueblo que ayudasen a la extensión de la cultura y a crear la nueva sociedad (la “agit-prop”). Se anticipó como nadie en la importancia del peso de la composición y la tipografía en el anuncio y en la claridad del mensaje y de las ideas a transmitir y su influencia todavía hoy es palpable en el grafismo comercial.Arrancadeira
El conjunto también muestra un juego interesante: ¿Podemos situar en una fecha concreta la imagen gráfica? ¿Podemos adivinar en qué época han sido confeccionados? Sorprenden por su rabiosa modernidad, respecto a su tiempo, los de personajes tan ilustres como el fotógrafo surrealista –y más- Man Ray para el metro de Londres a principios de los 30 –todavía moderno en nuestros días, al igual que el de Culin de la Exposición Universal de Nueva York de 1939- o el del valenciano, republicano exiliado, Josep Renau con un espléndido dibujo de Silvana Mangano en la película “Arroz Amargo” que a pesar de ser realizado en 1949 se adelanta a todas las heroínas eróticas cinematográficas de los años 70. Sin olvidar el clásico Polil del polifacético Josep Artigas todavía vigente hoy en día
El único de los carteles fuera del siglo es todo un clásico de los albores publicitarios, el del pintor catalán Ramón Casas dedicado a Anís del Mono que, por otra parte, se oponía con su obra a las tesis creacionistas del mundo, en boga todavía hoy (¿quién lo iba a decir?) en rancias escuelas conservadoras norteamericanas.
Pero el gran triunfador del cartelismo del siglo XX va a ser el diseño gráfico y éste fue anticipado de forma aplastante por el constructivismo ruso y la bauhaus alemana, de los cuales hay varios ejemplos. Destaca aquí sin duda el genio del ruso El Lissitzky, fogueado en los avatares de la revolución rusa y de los principios de la Unión Soviética. Puso su arte al servicio de las ideas buscando crear nuevos cauces de comunicación con el pueblo que ayudasen a la extensión de la cultura y a crear la nueva sociedad (la “agit-prop”). Se anticipó como nadie en la importancia del peso de la composición y la tipografía en el anuncio y en la claridad del mensaje y de las ideas a transmitir y su influencia todavía hoy es palpable en el grafismo comercial.Arrancadeira