Carmen Busmayor en tribuna.
- Carnicer Blanco, Ramón
TRIBUNA CARMEN BUSMAYOR
EN VILLAFRANCA, su pueblo, a media mañana, con las campanas de la Colegiata volteando a misa, el domingo anterior a año viejo, en un momentáneo o duradero despegue de las nieblas que se adhieren al alma, cuando españoles, especialmente leoneses, y argentinos nos hallábamos en vilo ante el secuestro en Somalia de las cooperantes de Médicos sin Fronteras, Mercedes García y Pilar Bauza por parte de un grupo armado, me golpeaba la noticia de su muerte. Mis preguntas entonces iban de un amigo a otro del grupo que con nuestras mochilas bastante ocupadas por los ángeles de la admiración nos dirigíamos a los confines de El Bierzo. A Ramón, al grande y gran Ramón Carnicer Blanco hacía más o menos una década que la enfermedad había hecho mella en su cuerpo y también en su ánimo, circunstancia que lo llevó a vivir recluido en su barcelonesa, empinada y hermosa casa de la calle Roca y Batlle en las faldas del Tibidabo, donde con especial cariño fui recibida por él y Doireann, su esposa, en julio de 1994, momento en que la palabra madre hacía ya unos años que había comenzado a apretarme el corazón y ahora me llevaba a la ciudad de La Sagrada Familia. [+artículo completo en DL]
Encinedo recuerda al escritor Ramón Carnicer poniendo su nombre a una plaza en el municipio.