Resulta preocupante el implacable dominio que las tijeras ejercen últimamente en uno de los principales medios de comunicación provincial, concretamente en la edición Bierzo, y no estamos hablando de censurar cartas al director o la crónica de un corresponsal local (que sería grave de cualquier forma), estamos hablando de Santiago Macías, uno de los columnistas mas reputados de este importante medio, según denuncia el propio Macias en su blog “pasaba por aquí”. Desde hace tiempo tenemos enlazado su blog desde miradas3 y desde hace mas tiempo aún disfrutamos de sus columnas. Primero fue Paco Labarga y ahora le toca a Santiago Macias ¿ Seguirán funcionando las tijeras por la redacción? Menos mal que nos quedan sus blogs donde la única censura es su sentido común.
Santiago Macias así lo explica en pasaba por aquí:
El jueves 15 de noviembre mi columna de opinión no aparecerá en el periódico por decisión de sus responsables, al no ajustarse a la línea editorial de El Mundo&La Crónica. A continuación podéis leer una segunda versión que, al igual que la primera, también ha sido rechazada- Las Sillas Vacias, versión 2"Hace tres años, la televisión pública comenzó a emitir “59 segundos”, un programa de debate en directo en el que media docena de personas de todas las tendencias políticas opinan libremente sobre varios asuntos de importancia. La aparición en pantalla de un formato de ese tipo, emitido en la primera cadena y en prime time, fue uno de los principales síntomas del cambio de gobierno. Desde entonces, el programa se ha erigido como un testimonio enriquecedor para aquel ciudadano que demandaba claridad informativa, pero que venía de pasar varias legislaturas durante las cuales la televisión pública estaba al servicio exclusivo de su amo. La actitud del Gobierno Aznar y de su jefe de informativos durante la última legislatura da buena cuenta de ello. El tratamiento informativo de la catástrofe del Prestige, de la guerra de Irak, del sindicato “cecé-oó” y las emisiones entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 son algunos de los ejemplos. En todos estos años, el plató de “59 segundos” ha sido escenario de numerosas discusiones subidas de tono y de críticas y ataques de los que no se ha librado ni el mismísimo presidente del Gobierno. El hecho de que el programa haya permanecido en pantalla a pesar de ello diferencia a los actuales responsables del ente de todos los anteriores, a los que no se les hubiese permitido una crítica reiterada desde un programa de la televisión pública sin ser retirado éste de la parrilla. Las videotecas guardan numerosos ejemplos. Por ese motivo, lo sucedido en el programa de la semana pasada no resulta agradable para los que seguimos semanalmente “59 segundos”. Abandonar un plató en mitad del debate no es un gesto habitual en democracia y deja en entredicho el derecho a la libertad de expresión. Y no lo es aunque la persona que lo protagonice quiera justificarlo por sentirse insultada.Cuando uno se siente ofendido, reflexionar es un buen antídoto para saber si eso que ahora sufre en sus carnes no lo han experimentado otros anteriormente por culpa de sus propias palabras. En los tres últimos años, en algunos espacios de opinión han sido frecuentes acusaciones gravísimas contra determinados sectores políticos y sociales. Romper España, buscar la guerra civil, arrodillarse ante ETA o ser socios y cómplices de asesinos son argumentos que todos conocemos y que muchos no se han cansado de repetir.Sin embargo, esos mismos son los que confunden la libertad de expresión con el pensamiento único. La mayoría de los programas de debate similares que pueden verse en otras televisiones -algunas también públicas- son el mejor ejemplo. En ellos, la ausencia de una pluralidad de ideas y de opiniones hace que lo que se presenta como un debate no pase de ser un simple coloquio del que posiblemente nadie tenga que levantarse jamás. La democracia es la diferencia entre los que defienden libremente sus posturas - respetando las de los demás- y los que van por la vida dejando las sillas vacías. "