viernes, octubre 19, 2007

Retratos de una época

Eran dos olores profundos, agradables e inconfundibles.
Finalizada la Fiesta del Cristo, la villa se veía envuelta con dos aromas muy especiales: el de los pimientos recién asados en lumbres y cocinas económicas para poner en conserva ( “Pintao” hacía y cerraba, en su taller de la Cábila, botes de hojalata a mansalva todos los años) y el de la uva y el mosto transportados por carros de vacas que atravesaban el pueblo durante unos quince días aproximadamente......
LA VENDIMIA por garciaberciano
En la década de los años 60, la recolecta de la uva polarizaba buena parte de la actividad de la villa... los comercios se vaciaban y sólo las casas de huéspedes veían aumentar el negocio con vendimiadores venidos de otros pueblos. Aunque no todos los vendimiadores eran tan afortunados: todavía recuerdo a una “cuadrilla” de Viaríz que subía a dormir todas las noches a casa andando por el camino del Real para bajar, al alba del día siguiente, a ganarse un nuevo jornal.

Mis primeras informaciones sobre la uva y el vino me las proporcionó, en un paseo por su viña, el señor Balbino Cobos, vecino y propietario de la casa donde nací y, también, dueño de una hermosa bodega que todavía recuerdo con la nostalgia de un tiempo que ya no volverá... Él me explicó que fueron los romanos quienes introdujeron el viñedo en el Bierzo:
-La “vitis vinifera” (decía, con el aplomo de saber la impresión que producían en mí estos latinajos).
Pero sería, según me contó él, mucho más tarde (durante la Edad Media) cuando la plantación de viñas se extiende por tierras bercianas, en torno a las aldeas y los monasterios de la orden de Cluny, unos monjes que consideraban el vino como un elemento más de la alimentación a la vez que una parte fundamental del rito católico. [relato completo en retratos de una época]