EL CIRCO.
Colaboración de José Luis García.
A falta de una confirmación que sólo puede ofrecer el examen toxicológico, todo parece indicar que ÉriKa Ortiz se ha suicidado. Unas cartas encontradas en la habitación de la casa donde vivía dirigidas a personas de su entorno más próximo, junto a un frasco vacío de medicina para combatir la depresión, parecen indicios suficientes de que la hermana menor de Leticia puso fin a su vida con una ingesta masiva de tranquilizantes.
El suicidio no es más que el punto sin retorno de una terrible enfermedad como la depresión que, como otros males, no debería avergonzarnos a nadie. A nadie le debería avergonzar tener depresión, como tampoco debe avergonzarle tener un cáncer. Ante este tipo de enfermedad sólo hay que comprender y, si se puede, ayudar a aquellos que la sufren. Nada más...
Viendo la que se avecinaba, la Casa Real, en su comunicado el día de la muerte de ÉriKa, pidió “respeto” ante esta muerte traumática. Como soy de los que pienso que hay que ir con la verdad por delante, cuando se levante el secreto del sumario, creo que deben hacerse públicos los resultados de la autopsia.. Y, ahí, debería terminar todo...
Pero, desgraciadamente, me parece que las cosas no parece que vayan a ir por el camino de la verdad y, sobre todo, del respeto. Lo pude comprobar anoche en una cadena de televisión (en la que “sesudos” comentaristas de la “víscera” intentaban contarnos “exclusivas” vistas y oídas por cualquier persona que haya seguido los telediarios de cualquier medio de comunicación).... y creo que el “circo mediático” continuará en los próximos días.
El trabajo de los periodistas era (y debe seguir siendo) informar... lisa y llanamente... informar, y no convertir un hecho dramático como es un suicidio en un espectáculo mediático digno de un circo romano, aunque esté la Familia Real por medio.
En los últimos años, nuestra sociedad parece haberse acostumbrado a alimentarse del morbo que le produce ver cómo personas normales y corrientes se convierten en estrellas mediáticas para una prensa rosa insaciable. Ante el asombro propio y de muchos de colegas, Margarita “seis dedos”, Nuria Bermúdez, Kiko ó Antonio David se han convertido en referentes de todas las cadenas de televisión, cuando éstas deberían ser un espejo de los problemas más acuciantes de la sociedad: una vivienda cara y de difícil acceso, una justicia muchas veces “poco justa”, una corrupción cada día más extendida y descarada, una educación cada día más deficiente, etcétera...
A falta de una confirmación que sólo puede ofrecer el examen toxicológico, todo parece indicar que ÉriKa Ortiz se ha suicidado. Unas cartas encontradas en la habitación de la casa donde vivía dirigidas a personas de su entorno más próximo, junto a un frasco vacío de medicina para combatir la depresión, parecen indicios suficientes de que la hermana menor de Leticia puso fin a su vida con una ingesta masiva de tranquilizantes.
El suicidio no es más que el punto sin retorno de una terrible enfermedad como la depresión que, como otros males, no debería avergonzarnos a nadie. A nadie le debería avergonzar tener depresión, como tampoco debe avergonzarle tener un cáncer. Ante este tipo de enfermedad sólo hay que comprender y, si se puede, ayudar a aquellos que la sufren. Nada más...
Viendo la que se avecinaba, la Casa Real, en su comunicado el día de la muerte de ÉriKa, pidió “respeto” ante esta muerte traumática. Como soy de los que pienso que hay que ir con la verdad por delante, cuando se levante el secreto del sumario, creo que deben hacerse públicos los resultados de la autopsia.. Y, ahí, debería terminar todo...
Pero, desgraciadamente, me parece que las cosas no parece que vayan a ir por el camino de la verdad y, sobre todo, del respeto. Lo pude comprobar anoche en una cadena de televisión (en la que “sesudos” comentaristas de la “víscera” intentaban contarnos “exclusivas” vistas y oídas por cualquier persona que haya seguido los telediarios de cualquier medio de comunicación).... y creo que el “circo mediático” continuará en los próximos días.
El trabajo de los periodistas era (y debe seguir siendo) informar... lisa y llanamente... informar, y no convertir un hecho dramático como es un suicidio en un espectáculo mediático digno de un circo romano, aunque esté la Familia Real por medio.
En los últimos años, nuestra sociedad parece haberse acostumbrado a alimentarse del morbo que le produce ver cómo personas normales y corrientes se convierten en estrellas mediáticas para una prensa rosa insaciable. Ante el asombro propio y de muchos de colegas, Margarita “seis dedos”, Nuria Bermúdez, Kiko ó Antonio David se han convertido en referentes de todas las cadenas de televisión, cuando éstas deberían ser un espejo de los problemas más acuciantes de la sociedad: una vivienda cara y de difícil acceso, una justicia muchas veces “poco justa”, una corrupción cada día más extendida y descarada, una educación cada día más deficiente, etcétera...
Como periodista, me avergüenzo y pido perdón por lo que me toca.